A no pocos jerarcas de la Iglesia católica les queda, como anillo al dedo, el adjetivo de cínicos sin vergüenza. ¿Por qué?
Porque si a esos jerarcas realmente les preocuparan los niños mexicanos, su salud y educación, nunca hubieran solapado por décadas al depredador sexual e infantil con sotana que fue el padre Marcial Maciel.
Y es que el caso Maciel, su probada doble o triple moral, y la perversión sexual que ejerció contra menores por más de medio siglo —y que solapó tanto la jerarquía católica mexicana como la romana—, es el mejor ejemplo de que hoy es más riesgoso para un niño estar con un sacerdote católico, que ser adoptado por un matrimonio de personas del mismo sexo.
¿Dónde está la calidad religiosa, ética, moral, cristiana, de Sandoval Íñiguez y Norberto Rivera; de la Conferencia del Episcopado, para cuestionar la educación y la seguridad de un niño formado por una pareja gay, cuando toda la jerarquía católica, los príncipes católicos y muchos de los curas de ciudades y pueblos de todo el país son pecadores confesos, abusadores de niños, niñas y mujeres; cuando por décadas han ocultado bajo una sotana cómplice no sólo a sus hijos y parejas, sino preferencias sexuales gay, mientras predican contra quienes han tenido el valor de salir del clóset?
¿Con qué calidad moral, ética y cristiana, el cínico y desvergonzado de Juan Sandoval pone en duda la capacidad de una pareja gay para educar a un hijo adoptado, cuando nunca denunció a Marcial Maciel, cuando cientos o miles de sacerdotes de todo México esconden a sus hijos, los llaman “sobrinos”, los educan en esa doble moral y cuando muchos otros han sido y siguen siendo abusadores de niños? ¿Cuántos ministros católicos han aceptado el pecado de abusar de niños, como lo reclamó recientemente el papa Benedicto, en una de las más saludables autocríticas de la Iglesia católica en su historia?
Pero el problema de fondo parece estar en otro lado. Va más allá de una disputa entre la filosofía católica y la preservación del Estado laico; va mucho más allá de la constitucionalidad de los matrimonios gay y el derecho que tienen esas parejas a la adopción. En buena medida, el cardenal Sandoval, la Conferencia del Episcopado y Norberto Rivera, están haciendo política; mueven sus piezas para “doblar”, “someter” y/o “convencer” a uno de los más aventajados presidenciables; a Marcelo Ebrard. ¿Y por qué “doblar”, “someter” y/o convencer a Marcelo?
Porque todos los demás presidenciables, incluido AMLO, “ya están maiceados” por la jerarquía católica.
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