Por ejemplo: en los poemas de la Ilíada y la Odisea del poeta Homero están llenos de historias de pasión, amor, aventura, celos y venganzas. Ya sea entre los mismos dioses, o entre dioses y humanos.
Una historia que destaca pero que nunca cuentan es el relato bellísimo de amor fortuito que se manifiestan en el Mote Olimpo, por parte de un dios hacia un humano. Es el caso del dios Zeus. Así es; Zeus, el soberano de los dioses, aquel dios maduro, fuerte, rígido, barbudo de apariencia masculina y protectora; también tenía un corazón gay.
Zeus se enamoró inevitablemente de un joven y hermoso príncipe troyano llamado Ganimedes. Un día Zeus lo vio cuidando su rebaño, se enamoró de él casi instantáneamente, y enviando un águila para secuestrarlo, lo llevó al monte Olimpo donde lo hizo su amante sin importarle que su esposa la diosa Hera se muriera de celos. Allí Zeus lo convirtió en el copero de los dioses para tenerlo siempre cerca y como símbolo de gratitud los ascendió al cielo convirtiéndolo en lo que hoy conocemos como la constelación de acuario.
Rapto de Ganimedes
Otra historia gay en la mitología es la el dios Apolo y Jacinto. Apolo era hijo de Zeus y dios de sol, excelente arquero, tocaba muy bien el arpa y era el encargado de proteger a los jóvenes varones de aquel entonces. Apolo se enamoró perdidamente del joven rey de Esparta llamado Jacinto, hijo de Clio (la musa de la historia y la poesía). Su belleza fue causa de diputas entre Apolo y Céfiro dios del viento. Ambos compitieron por el amor del muchacho, pero éste eligió a Apolo, haciendo que Céfiro enloqueciera de celos. Herido de amor, celoso de que Jacinto hubiese preferido el amor de Apolo, esperó a que ellos dos se encontraran solos jugando al lanzamiento del disco. Apolo al lanzarle el disco a jacinto; Céfiro, con una ráfaga de viento desvió el disco con la intención de herir y matar a Jacinto. El disco dio en cabeza del muchacho hiriéndolo de muerte. Sin embargo, mientras agonizaba, Apolo no permitió que Hades, el dios de los muertos, reclamara al muchacho; de la sangre derramada del joven hizo brotar una flor, el jacinto, en la cual, las lágrimas de Apolo cayeron sobre los pétalos de la flor y la convirtieron en una señal de luto por el amor que le tenía.
La muerte de Jacinto por Jean BrocAquiles y Patroclo
También en los poemas de la Ilíada se cuenta el rapto de Helena de Troya por parte del príncipe troyano Paris. El la cual la Diosa afrodita hizo que Helena aun esposa de Menelao rey de Esparta se enamorara de Paris como premio por haberla nombrado la mas hermosa del Monte Olimpo. Menelao fue en busca de su esposa acompañado de un gran ejército; en el cual, entre los soldados destaca dos figuras importantes: Aquiles y Patroclo. Los cuales la historia los sitúa como dos buenos amigos en el campo de batalla, pero su amistad va mas allá de una relación de simple afecto. Cuando Menecio, el padre de Patroclo se encontraba muy afligido por que requirieron a su hijo para acudir a la guerra. Aquiles actuó de una manera inteligente para que Patroclo lo acompañara al campo de batalla y al mismo tiempo ocultar su amor por el. Le prometió a Menecio que lo cuidaría, traería de vuelta a casa sano y salvo si se lo confiaba y enviaba a su hijo a Troya con él. La tragedia llegó para Aquiles cuando en el campo de batalla Héctor da muerte a Patroclo. Su cuerpo es entregado a Aquiles el cual se derrumba por no poder cumplir su promesa a Menecio, pero pesa mas aun el saber que Patroclo a muerto y llora sobre el cuerpo de su amigo mientras alaba la belleza de sus caderas y añora sus besos. Por tal motivo jura vengar la muerte de su amado compañero retomando las armas y venciendo a Héctor en batalla.
Aquiles Vendando la mano de Patroclo
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Muchas Historias y relatos hay en la mitología griega donde dan claros ejemplos de que las relaciones homosexuales existían desde la antigüedad de una manera natural, simplemente son una paradoja que infringe en el sentido común para revelar la complejidad de la realidad. Poemas que narran sucesos históricos, los acontecimientos entre personas de aquel entonces, solo que expresado de una manera mas bella y sorprendente, tal como lo es la vida misma.
Autor: Annuar Rodríguez Castillo.
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