Pink money es un término que se refiere al poder adquisitivo de la comunidad LGBT, cuyos miembros típicamente invierten mucho de su capital en su imagen, en arte, entretenimiento, y en donaciones a causas sociales.
En un artículo presentado en la revista The Advocate, Reichen Lehmkuhl habla de la habilidad de muchos gays para hacer que todo en su vida se vea fabuloso, y dice que esto puede derivarse de un mecanismo de supervivencia desarrollado desde pequeños cuando muchos se sienten rechazados, ridiculizados o minimizados, y crecen tratando de evitar que esas experiencias se repitan.
El mismo autor explica que experiencias tempranas de represión, odio y discriminación hacen que muchos gays gasten más de lo que tienen.
Con el ascenso del movimiento de derechos gays en sociedades occidentales, el también llamado Dorothy dollar dejó de representar un mercado marginal y se ha convertido en una industria próspera en poco tiempo.
Ahora, muchos negocios –restaurantes, clubes, aerolíneas, agencias de viaje, spas, hoteles, estaciones de radio, canales de televisión, librerías, marcas de ropa y de coches – atienden específicamente a homosexuales o llevan a cabo campañas de publicidad dirigidas a esta clientela, aunque el producto o servicio sea prácticamente el mismo.
Debido a factores históricos, sociales y culturales, la comunidad LGBT está mejor organizada en algunos países que en otros, obteniendo así mayor fuerza y capacidad de presión: el año pasado en Estados Unidos, un boicot al popular sitio de internet Manhunt culminó con la renuncia de su director y co-fundador, Jonathan Crutchley, después de revelarse que éste había contribuido a la campaña del republicano John McCain (McCain apoya ley contra los migrantes).
Sucesos como éste manifiestan el poder económico y político que la comunidad LGBT ha alcanzado, y que los candidatos a puestos de elección popular se ven casi obligados a prestar cada vez más atención a este sector demográfico.
Por Enrique TorreMolina
En un artículo presentado en la revista The Advocate, Reichen Lehmkuhl habla de la habilidad de muchos gays para hacer que todo en su vida se vea fabuloso, y dice que esto puede derivarse de un mecanismo de supervivencia desarrollado desde pequeños cuando muchos se sienten rechazados, ridiculizados o minimizados, y crecen tratando de evitar que esas experiencias se repitan.
El mismo autor explica que experiencias tempranas de represión, odio y discriminación hacen que muchos gays gasten más de lo que tienen.
Con el ascenso del movimiento de derechos gays en sociedades occidentales, el también llamado Dorothy dollar dejó de representar un mercado marginal y se ha convertido en una industria próspera en poco tiempo.
Ahora, muchos negocios –restaurantes, clubes, aerolíneas, agencias de viaje, spas, hoteles, estaciones de radio, canales de televisión, librerías, marcas de ropa y de coches – atienden específicamente a homosexuales o llevan a cabo campañas de publicidad dirigidas a esta clientela, aunque el producto o servicio sea prácticamente el mismo.
Debido a factores históricos, sociales y culturales, la comunidad LGBT está mejor organizada en algunos países que en otros, obteniendo así mayor fuerza y capacidad de presión: el año pasado en Estados Unidos, un boicot al popular sitio de internet Manhunt culminó con la renuncia de su director y co-fundador, Jonathan Crutchley, después de revelarse que éste había contribuido a la campaña del republicano John McCain (McCain apoya ley contra los migrantes).
Sucesos como éste manifiestan el poder económico y político que la comunidad LGBT ha alcanzado, y que los candidatos a puestos de elección popular se ven casi obligados a prestar cada vez más atención a este sector demográfico.
Por Enrique TorreMolina
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